Bernardo O’Higgins: el prócer chileno al que aún celebran en Irlanda
Escrito por Juan Martín Fernández.
“Hemos tenido a bien, en ejercicio del poder extraordinario con que para este caso particular nos han autorizado los pueblos, declarar solemnemente (…) que el territorio continental de Chile y sus islas adyacentes, forman de hecho y por derecho, un Estado libre, independiente y soberano, y quedan para siempre separados de la Monarquía de España”.
Muchos chilenos habrán leído alguna vez este fragmento de la proclamación de independencia de su país, que puso punto final a su estatus como provincia española y a cientos de años de ocupación de sus tierras y explotación de su pueblo. Sin embargo, pocos sabrán que quien estampó su firma de puño y letra al pie de esta famosa acta, Bernardo O’Higgins Riquelme, considerado uno de los padres de la patria, era descendiente directo de un irlandés y que su figura fue inmortalizada en Dublín.
La ascendencia gaélica le fue provista por su padre, Ambrosio O’Higgins, hijo de Charles O’Higgins, cabeza de los O'Higgins de Ballynary, una familia de la nobleza irlandesa que estuvo asentada en el condado de Sligo durante 700 años. Allí, en 1721, nació el progenitor de Bernardo, quien se convertiría en militar y en administrador colonial de la Corona española en Sudamérica. Llegaría a ser nombrado gobernador de Chile (1788-1796) y virrey del Perú (1796-1801).
Al poco tiempo del nacimiento de Ambrosio, la familia O’Higgins perdió sus tierras en Ballynary y debió emigrar a Summerhill, condado de Meath, y luego a Dublín. En la capital irlandesa todavía permanecen algunos descendientes de esta familia de orígenes nobles, como James O'Higgins Norman, quien dialogó con Éire Noticias para explicar de qué forma Bernardo O’Higgins se vinculó con sus raíces.
“Hay muchas cartas entre Bernardo y sus parientes irlandeses. De hecho, en 1808 envió fondos a su familia en Summerhill, la cual pasaba por dificultades económicas. En julio de 1823, cuando fue depuesto (como director supremo de Chile), su intención era viajar a Irlanda, pero se retrasó en Perú, donde permaneció hasta su muerte”, contó James, quien trabaja como director del Centro Nacional Antiacoso de la Dublin City University.
A pesar de estas continuas comunicaciones entre el libertador sudamericano y sus familiares en Irlanda, la relación con su padre fue prácticamente nula, ya que en esa época estaba prohibido que un miembro de la administración española se mezclara con alguien de la clase criolla local (tal como Ambrosio hizo con Isabel Riquelme, madre de Bernardo).
En cuanto a este (no)vínculo entre padre e hijo, James O'Higgins añadió: “No está claro en los registros si alguna vez se conocieron, pero cuando Ambrosio murió en 1801, Bernardo cambió inmediatamente su apellido por el de O'Higgins y se hizo cargo de sus propiedades. También, solicitó al rey de España asumir el título de marqués de Osorno de su padre, pero fue rechazado”.
El recuerdo de O’Higgins en Irlanda
Como sucede con otros libertadores, líderes y figuras reconocidas por su papel en la independencia de las naciones latinoamericanas, Irlanda homenajea y recuerda a Bernardo O’Higgins por su importante labor durante la conformación de Chile como Estado soberano.
En el Merrion Square Park, uno de los parques urbanos más importantes de Dublín, próximo al centro de la capital irlandesa, se puede encontrar un busto en su honor: el monumento, obra del artista Francisco Orellana, fue donado en 1995 por el Gobierno de Chile y simboliza el estrecho lazo entre ambos países, así como la ascendencia de quien fuera director supremo entre 1817 y 1823.
Además, cada 20 de agosto, aniversario del nacimiento de O’Higgins, se lleva a cabo una ceremonia encabezada por la Embajada de Chile, a la cual asisten -entre otros- los descendientes irlandeses del prócer sudamericano.
De este modo, si bien el libertador de Chile no pudo cumplir su sueño de conocer las tierras donde vivieron sus antepasados (y aún lo hacen sus descendientes), la labor cumplida durante el proceso independentista chileno lo hace estar presente en Irlanda y ser recordado año a año por un pueblo que lo reconoce como propio.