Irlanda gana el Seis Naciones y logra su cuarto ‘Grand Slam’
Justo donde Irlanda soñaba y quería estar. Después de 128 años de historia del Seis Naciones. Tan sólo en la ficción habría sido posible crear un escenario tan idílico para el XV del Trébol. Cuesta creer que fuera algo tan natural, incluso soy de los que piensa que tal vez algún productor de documentales deportivos en Netflix lo planeara todo. Irlanda garantizó el título número 23 de su historia en la competición. Sumó además su cuarto ‘Grand Slam’, después de los de 1948, 2009 y 2018. Pero por vez primera en Dublin. La cita ante su rival con mayúsculas, era planetaria. En el fin de semana de San Patricio, patrón de Irlanda y con su capitán John Sexton convertido en el máximo anotador del torneo oval para hacerlo todavía más apoteósico. La fiesta como imaginaréis, fue larga.
La última jornada de esta edición de la Guinness Six Nations 2023 comenzaba con el Escocia-Italia. La única cuestión a resolver en el partido más madrugador era si la ‘Azurra’ era capaz de evitar una nueva cuchara de madera, tras evitarlo el año anterior. El resultado final fue de 26-14 a favor de los cardos que cuajaron así un meritorio tercer puesto por delante de Inglaterra (4o) y Gales (5o) en la clasificación final. Tras la histórica demostración en Twickenham hace una semana, el equipo de Fabien Galthié, era segundo con 15 puntos. La única posibilidad de su remontada final era la de ganar a una Gales en horas bajas antes de que Irlanda e Inglaterra cerraran esta edición del Seis Naciones y esperar un fallo que habría sido una hecatombe del XV del Trébol.
La coronación en el partido final del Súper Sábado parecía organizada, pero había que atacar a una Inglaterra que se las daba de herida, un equipo que se tambaleaba por un sentido de identidad que tampoco encontraba bajo el nuevo régimen de Steve Borthwick. Su rival en el banquillo, Andy Farrell, seleccionador irlandés ha preparado un equipo con una carta de presentación de 21 victorias en 23 partidos. Podrían parecer seguros de sí mismos, y arrastrarse al enemigo más traicionero de esta confianza merecida, su exceso. Creer que ya estaba todo, cuando faltaba el paso más simbólico. Emulando a Neil Armstrong. Pero el ascenso de Irlanda a la cima de las clasificaciones mundiales y las históricas victorias entre esa carrera a fondo, se basa en parte a su humildad.
Inglaterra, derrumbada tras el fin de semana anterior, se repuso rápidamente en los minutos iniciales.. Tuvo sus momentos, incluso puedo molestar a Irlanda y roer en los sueños de la multitud irlandesa que tuvo la onírica oportunidad de disfrutar de algo verdaderamente memorable en Lansdowne Road. La derrota récord de Twickenham de la penúltima jornada a manos galas parecía destilada. Era un juego único para restaurar la credibilidad inglesa. Pero si para La Rosa era un partido que excedía la motivación, como cualquier duelo ante sus vecinos irlandeses, para la propia Irlanda la excitación era demasiado. Celebrar su cuarto ‘Grand Slam’, el primero en Dublin en toda la historia del torneo. Frente a familiares y amigos.
Recuperando el equilibrio desde la defensa, hermética en su última fase. Empezaba a costar visualizar un ensayo inglés. Los verdes sólo han concedido seis ensayos en cinco partidos; el siguiente mejor dato es el de Escocia, con 12. Démosle el crédito que merece al inglés Andy Farrell, seleccionador irlandés que logró la cima de su carrera ante su hijo Owen como número 10 rival. Antes del paso por vestuarios, llegó la acción que desequilibró a ambos ejércitos. Freddie Steward se cruzó con el zaguero rival, Hugo Keenan, golpeándole con el brazo en la cabeza. El colegiado observó un grado alto de peligro y ninguna intención de mitigar el golpe. Tarjeta roja fue el resultado de la ecuación. La inferioridad debía hundir a Inglaterra, que resistió y salió peleona, aprovechando la renovada impaciencia irlandesa para acercarse a un punto a 20 minutos por jugar.
Tras la cautela merecida ante un rival tocado, y después de los 80 minutos en los que Farrell tuvo que hacer hasta tres cambios en el equipo que venció a Escocia 7-22, el Trébol sumó su séptima victoria consecutiva en el Seis Naciones, lo que supone un récord conjunto con su registro en las ediciones de 2004 y 2005. Además de extender su racha ganadora a nueve partidos desde que la iniciaran venciendo en la segunda prueba en Nueva Zelanda. Incluyendo partidos ante selecciones tan potentes como la de los tres grandes del sur Sudáfrica, Australia y los All Blacks, o ante Francia en la segunda jornada. Visto lo visto, sinceramente había que profundizar para llegar a un argumento razonable sobre cómo el equipo irlandés podría perder ese partido jugando como local en el AVIVA Stadium de la capital.
Será otra semana más hablando de John Sexton. El apertura del equipo, asociado a Jamison Gibson-White en la bisagra irlandesa hizo también historia pero de manera individual. Se convirtió en el máximo anotador de siempre del torneo, un récord que igualó la semana pasada y que compartía con su compatriota Ronan O’Gara (557) y que ahora deja en una marca final de 566. Una despedida del Seis Naciones bordada en su última aparición en el campeonato. Irlanda afianzaba como líder la clasificación mundial, se presentará como gran favorita al Campeonato del Mundo que se disputará en Francia en el otoño boreal. Del 8 de septiembre al 28 de octubre.
Al final a Irlanda le bastó su actuación más gris en todo el campeonato (29-16) para arrebatarle el título del Seis Naciones a la selección gala, celebrar la mayor fiesta de su rugby y reivindicarse como superpotencia a seis meses del Mundial de Francia.
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